¿Te has preguntado alguna vez qué estarías dispuest@ a hacer
por conocer a tu artista favorito?
Yo no soy muy efusivo con estas cosas así que probablemente no
sea mucho, pero hay varias personas que estarían dispuestas a
pagar bastante dinero o hacer una serie de estupideces para conseguirlo.
Incluso están las adolescentes que serían capaces de matar
a un familiar con tal de conocer a Justin Bieber (o cualquiera sea el
artista pop del momento).
¿Por qué existen estos niveles tan diferentes de interés
en conocer al artista favorito? Pues, es simplemente porque cada persona
asigna cierto valor especial a la experiencia. Para algunos sería
algo muy valioso y para otros no tanto.
Lo mismo ocurre cuando hablamos de negocios. Nuestro trabajo indiscutiblemente
tendrá un impacto sobre nuestro cliente y, ese impacto tendrá
para él cierto valor.
Si el impacto que nuestro trabajo tendrá se puede medir en una
cifra con signo peso, nos hace más sencilla la tarea de decidir
cuanto cobrar, así que permíteme darte un ejemplo:
Supongamos que Pepito acude a nosotros porque necesita montar una tienda
online y, según sus proyecciones comerciales, aspira a vender
$1.000.000 al mes por este medio (nuevamente la cifra no importa mucho,
lo que importa es la lógica). Esto significa que al cabo de un
año, Pepito habrá ganado $12.000.000 gracias a nuestro
trabajo.
En este contexto ¿Crees que pepito dudaría en pagar $4.000.000
por un servicio que le va a traer $12.000.000 sólo en el primer
año? Yo creo que no, incluso aunque el precio promedio del mercado
sea mucho menor.
Esto es lo que se conoce habitualmente como el “precio basado
en el valor”, en donde poco importa el esfuerzo que conlleva realizar
un encargo y todo el foco se pone en el beneficio que el cliente recibirá
a partir de nuestro trabajo.
.